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sábado, 3 de agosto de 2013

17. La pierna

17. La pierna

Intentaba abrir los ojos, mi mente estaba dividida entre mi verdadero yo y la cascada por la que caía.
Mi nombre no paraba de sonar al son del agua cayendo, volví a verlos, estaba despertando.
Escuché:
- ‘¿¡Pero qué le has hecho!?’
-‘Lo siento, solo intentaba salvarla’
-‘¡Klaus ella es una persona muy frágil y no está en su mejor momento!’
-‘No lo sabía, mira creo que está despertando’
-‘¿Silver, estás bien?’
-‘Despierta por favor’
Dejaron de ser unas simples voces para convertirse en palabras de amigos preocupados, sus caras dejaron de ser reflejos y pasaron a ser parte de ellos, la cascada no estaba, dejé de caer, desperté.
Cuando recobré la consciencia completamente me salió agua de los pulmones y la expulsé por la boca.
-Oh, madre mía, Silver- expresó Klaus preocupado- lo siento mucho de verdad.
Intentaba articular palabras pero no pude, me estaba ahogando con el agua y la sangre que salía de mi boca.
Miranda se acercó a mí, me incorporó y me limpió como pudo.
-¿Pero qué le has hecho?- dijo dirigiéndose a él.
Él, humillado, se alejó de nosotras y se sentó junto a una roca sin decir nada, sentí pena de él, era una buena persona, me había dicho todo lo que le había preguntado.
Dejé de tirar nada y, aunque la cabeza me daba tumbos pude decir:
-Klaus- tosí un poco- estoy bien- pero sabía que no me quedaba mucho por vivir, aunque intenté ser lo más sincera posible.
Miranda empezó a llorar, no podía ni mirarme, entonces se levantó de un salto, furiosa, y corrió hacia Klaus moviendo los brazos nerviosa y gritando:
-¡Pero qué le has hecho!
Cuando llegó donde estaba él se tiró encima suya y empezó a ahogarlo con sus manos llenas de mi sangre.
Klaus no paraba de gritar, y empezaron a pelearse por todo el suelo, lo dejaron todo perdido, yo solo pude decir:
-¡Miranda para, no es culpa suya!
Entonces me levanté e intenté separarlos, después ambos se quedaron mirándome.
-¡¿Qué, qué pasa?! – les grité.
-Tu pierna Silver, puedes moverla- dijo Miranda alucinada y confusa.
Era cierto, me había levantado, había corrido… Dios, ¿en serio había funcionado? ¿Podía volver a mover la pierna?
-Oh.- no pude decir nada más por la emoción, se lo debía todo a Klaus, a ese chico rubio con la mirada brillante- Klaus.- dije mirándolo agradecida, pero no consiguió responderme.
Entonces él se acercó deprisa a mí y me abrazó, fue uno de los abrazos más tiernos que le he dado a nadie, nos habíamos salvado mutuamente, esa persona pasó a ser importante para mí.


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