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sábado, 3 de agosto de 2013

16. El secreto de Klaus

16. El secreto de Klaus

Pasaban la una, las dos y las tres…
Con las manos en la venda de la pierna intentando calmar el dolor…
No iba a poder continuar así, necesitaba reponerme, volver a correr, volver a volar, a nadar.
-¿No puedes dormir?- susurró Klaus, con los ojos entreabiertos.
-No…- contesté desanimada y dolorida.
-Yo creo que podría ayudarte a que se curara tu pierna más rápidamente, quizás… Podría devolverte el favor…- masculló no muy seguro.
¿Qué iba a hacer él? Ahora pensé en cuando le estaba contando a Miranda lo de la pierna, él me miró como si tuviera algo que decir pero no dijo nada, aunque no le di la oportunidad, quizá… Quizá le haya devuelto una fuerza perdida. En realidad hay muchas cosas que no sé de él, y de los hechiceros, ¿Qué hay que hacer para convertirse en uno de ellos? Puede que muchos no elijan ser hechiceros, puede que algo les obligue a serlo…
Como un alfa, o un hechicero jefe, un rey, el rey de los hechiceros.
Supongo que tiene que haber alguien o algo que mande sobre ellos, no creo que todos hayan estado de acuerdo en robar todas las dagas para gobernar un mundo de terror. Alguien… Alguien tiene que haber tenido esa idea, alguien que esté por encima de todos… Le tienen que tener mucho miedo…
-¿Hay alguien que gobierna sobre todos los hechiceros? ¿Qué hay que hacer para convertirse en hechicero?- pregunté, insegura. Demasiadas preguntas sin respuesta…
-¿A qué viene eso ahora?
-¿Cómo sé que puedo fiarme de ti? No sé nada de ti, solo un puñado de imágenes en mi cabeza aparecieron… Quiero saberlo todo - a veces me dan ganas de empaparme de conocimientos.
-No hay nadie que mande por encima de ellos…- mintió.
Cuando alguien me habla, o simplemente cuando alguien me mira, sé si está diciendo la verdad, y él miente.
-¿Por qué me mientes, qué tienes que esconder?
-No te miento, es la verdad – dijo intentando parecer sincero.
-¿Hiciste un juramento que te impide decirme la verdad?
-¿Qué?- preguntó desconcertado.
-Vamos, estamos solos, nadie puede escucharte, dímelo- le dije, seria.
-Sí que pueden oírnos, están en todas partes- susurró acercándose a mí para que nadie lo escuchara, estábamos a pocos centímetros.
-¿Quiénes?- levanté un poco la voz por la emoción, aunque enseguida me siseó, preocupado.
-Los vigilantes, les llega información de cada centímetro de Eskeindran, no hay nada que se les pase.
-¿Qué, y donde están esos vigilantes?- estaba realmente asustada, ahora me decía la verdad.
-Ellos no son hechiceros, los hechiceros solo son una pequeña parte de todo el sistema Silver.
Eso me dejó realmente atontada.
-¿Sistema? ¿Qué sistema?
-Los hechiceros son solo una pequeña parte, solo son los que hacen el trabajo sucio, son como unos simples ciudadanos en una gran ciudad.
Estaba realmente flipada, no tenía mi idea de nada de esto.
-¿Qué? ¿Quiénes más hay?


-Después están los vigilantes, que viven bajo tierra, no comen ni beben, son como roedores enormes que se dedican a recoger información por cada centímetro de Eskeindran, es muy difícil encontrarlos, yo nunca he visto uno. Simplemente sé que existen.
-¿Y dónde va esa información?
Él miró a todas partes rezando porque no nos estén escuchando, y se acercó un poco más para decirme:
-ÉL.
-¿ÉL, cómo que ÉL?
-Nadie sabe cómo se llama de verdad, nosotros lo conocemos como ÉL.
-ÉL… - mascullé, intentando asimilarlo.
-Y respecto a tu otra pregunta de qué hay que hacer para convertirse en hechicero…
-¿Sí?
-Simplemente naces con el destino escrito, las mujeres no pueden serlo. Tu padre, hechicero, te entrena desde que eres niño, y al cumplir los doce, te llevan al Santuario, y allí el jefe del grupo te convierte en uno.
-¿Santuario?
-Sí, hay uno por cada grupo de hechiceros, cada grupo son veinte, y hay un jefe, que vive en el Santuario.
-Ah. Pero si las mujeres no pueden ser hechiceras, ¿por qué tienen hijos hechiceros?
-Lo que hacen es raptar mujeres de la ciudad y obligarlas a tener hijos con los hechiceros, lo que pasa es que hay algunos que se enamoran, como mis padres.
-Lo siento…-Él no contestó, sabía que yo sabía lo de su madre- ¿Y si nace una niña, que hacen con ella?
-Si sale niña esperan a que crezca y después las juntan con los hechiceros para tener más hijos.
-Deben de haber miles de hechiceros, ¿verdad?
-No lo sé, porque los hechiceros solo matan con su grupo, no pueden separarse.
-¿Y quién les dice qué hacer?
-Por lo que yo sé, ÉL lo piensa todo, después se lo dice a los Vigilantes, quienes avisan al jefe de cada grupo, quienes coordinan a su grupo según sus órdenes.
-Valla sistema más bien montado… - dije con miedo.
-Sí… Aunque eres privilegiada al saber todo esto Silver, los de la cuidad no tienen ni idea de nada, bueno el rey sí que lo sabe… Aunque no se lo dice a nadie, ya que entre la gente solo se sabe que existen los hechiceros, son muy ignorantes.
-¿Y cómo puede saberlo?
Se volvió a acercar y bajó mucho la voz:
-Porque el rey…
-¿El rey qué?- pregunté emocionada.
-Es el hermano de ÉL.
Me quedé blanca, ¿eran hermanos? Pero… ¿Cómo puede ser? Son tan poderosos los dos, pero a la vez tan diferentes… Uno del bien y otro del mal, la luz y la oscuridad…
-Oh.- es lo único que pude decir.
-Silver… Yo no soy un hechicero normal.
-¿Qué quieres decir?
-Yo nací junto a otro chico, mi hermano gemelo, y eso pasa una vez cada diez mil.
-¿De verdad?- se lo pregunté, aunque sabía que no me estaba mintiendo.
-Sí, cuando pasa eso en ambos hijos aparece algo especial, no se sabe muy bien lo que es, en cada gemelos es diferente.
-¿Y en vosotros que fue?
-Lo que pasa es que yo soy todavía más diferente, porque mi hermano murió junto a mi madre en el parto, y todo ese poder estuvo en mí.
Por eso si no me hubieras salvado, en un par de años yo habría sido hechicero jefe.
-¿En serio? ¿Pero cómo se decide quién es el jefe?
-Esperan a que nazcan unos gemelos y ambos son jefes de diferentes grupos.
-¿Pero y si no nacen?
-Entonces se elige aleatoriamente.
-Ah. ¿Y qué puedes hacer tú, Klaus?
-Yo nunca lo he intentado, pero algunas mujeres de mi grupo dicen que cuando era pequeño podía curar toda enfermedad, aunque a los cinco años dejé de hacerlo.
-¿Por qué?
-No lo sé, eso es lo que dicen. Y para devolverte el favor, me gustaría intentar curarte la pierna.
Las lágrimas brotaron de mis ojos, tanto por el dolor como por la emoción de que podría ser que dejara de dolerme, cuando ya lo daba todo por perdido viene alguien y me dice que puede que me salve, sonreí.

-Gracias Klaus.
-No sé si podré hacerlo, pero quiero intentarlo.
Intenté respirar un poco más tranquila para no ponerlo nervioso, entonces se acercó, me quitó la venda y posó sus manos sobre la pierna troceada.
Hice alguna mueca de dolor ya qué me apretó.
-Lo siento- dijo.
Siguió haciendo lo mismo, entonces me empecé a marear, me sentía como una pluma. Ya no sentía la pierna, era como si no estuviera ahí, el dolor desapareció en pocos segundos.
Con los ojos cerrados estaba rezando porque Klaus lo consiguiera.
Necesitaba volver a estar bien.
No me sentía en mi cuerpo… De repente estaba cayendo por una cascada, pero no tenía mi cuerpo, solo mis ojos y mi mente, no sé como pero no era yo…
‘¡Silver, Silver!’ Escuchaba a lo lejos, aunque no reaccionaba.

Eran Miranda y Klaus intentando despertarme, entonces pude ver sus caras preocupadas mirándome, pero desaparecieron con la tenue luz del mar cayendo…

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