16. El
secreto de Klaus
Pasaban la una,
las dos y las tres…
Con las manos
en la venda de la pierna intentando calmar el dolor…
No iba a poder
continuar así, necesitaba reponerme, volver a correr, volver a volar, a nadar.
-¿No puedes
dormir?- susurró Klaus, con los ojos entreabiertos.
-No…- contesté
desanimada y dolorida.
-Yo creo que
podría ayudarte a que se curara tu pierna más rápidamente, quizás… Podría
devolverte el favor…- masculló no muy seguro.
¿Qué iba a
hacer él? Ahora pensé en cuando le estaba contando a Miranda lo de la pierna,
él me miró como si tuviera algo que decir pero no dijo nada, aunque no le di la
oportunidad, quizá… Quizá le haya devuelto una fuerza perdida. En realidad hay
muchas cosas que no sé de él, y de los hechiceros, ¿Qué hay que hacer para
convertirse en uno de ellos? Puede que muchos no elijan ser hechiceros, puede
que algo les obligue a serlo…
Como un alfa, o
un hechicero jefe, un rey, el rey de los hechiceros.
Supongo que
tiene que haber alguien o algo que mande sobre ellos, no creo que todos hayan
estado de acuerdo en robar todas las dagas para gobernar un mundo de terror.
Alguien… Alguien tiene que haber tenido esa idea, alguien que esté por encima
de todos… Le tienen que tener mucho miedo…
-¿Hay alguien
que gobierna sobre todos los hechiceros? ¿Qué hay que hacer para convertirse en
hechicero?- pregunté, insegura. Demasiadas preguntas sin respuesta…
-¿A qué viene
eso ahora?
-¿Cómo sé que
puedo fiarme de ti? No sé nada de ti, solo un puñado de imágenes en mi cabeza
aparecieron… Quiero saberlo todo - a veces me dan ganas de empaparme de
conocimientos.
-No hay nadie
que mande por encima de ellos…- mintió.
Cuando alguien
me habla, o simplemente cuando alguien me mira, sé si está diciendo la verdad,
y él miente.
-¿Por qué me
mientes, qué tienes que esconder?
-No te miento,
es la verdad – dijo intentando parecer sincero.
-¿Hiciste un
juramento que te impide decirme la verdad?
-¿Qué?-
preguntó desconcertado.
-Vamos, estamos
solos, nadie puede escucharte, dímelo- le dije, seria.
-Sí que pueden
oírnos, están en todas partes- susurró acercándose a mí para que nadie lo
escuchara, estábamos a pocos centímetros.
-¿Quiénes?-
levanté un poco la voz por la emoción, aunque enseguida me siseó, preocupado.
-Los vigilantes,
les llega información de cada centímetro de Eskeindran, no hay nada que se les
pase.
-¿Qué, y donde
están esos vigilantes?- estaba realmente asustada, ahora me decía la verdad.
-Ellos no son
hechiceros, los hechiceros solo son una pequeña parte de todo el sistema
Silver.
Eso me dejó
realmente atontada.
-¿Sistema? ¿Qué
sistema?
-Los hechiceros
son solo una pequeña parte, solo son los que hacen el trabajo sucio, son como
unos simples ciudadanos en una gran ciudad.
Estaba
realmente flipada, no tenía mi idea de nada de esto.
-¿Qué? ¿Quiénes
más hay?
-Después están
los vigilantes, que viven bajo tierra, no comen ni beben, son como roedores
enormes que se dedican a recoger información por cada centímetro de Eskeindran,
es muy difícil encontrarlos, yo nunca he visto uno. Simplemente sé que existen.
-¿Y dónde va
esa información?
Él miró a todas
partes rezando porque no nos estén escuchando, y se acercó un poco más para
decirme:
-ÉL.
-ÉL.
-¿ÉL, cómo que ÉL?
-Nadie sabe
cómo se llama de verdad, nosotros lo conocemos como ÉL.
-ÉL… -
mascullé, intentando asimilarlo.
-Y respecto a
tu otra pregunta de qué hay que hacer para convertirse en hechicero…
-¿Sí?
-Simplemente
naces con el destino escrito, las mujeres no pueden serlo. Tu padre, hechicero,
te entrena desde que eres niño, y al cumplir los doce, te llevan al Santuario,
y allí el jefe del grupo te convierte en uno.
-¿Santuario?
-Sí, hay uno
por cada grupo de hechiceros, cada grupo son veinte, y hay un jefe, que vive en
el Santuario.
-Ah. Pero si
las mujeres no pueden ser hechiceras, ¿por qué tienen hijos hechiceros?
-Lo que hacen
es raptar mujeres de la ciudad y obligarlas a tener hijos con los hechiceros,
lo que pasa es que hay algunos que se enamoran, como mis padres.
-Lo siento…-Él
no contestó, sabía que yo sabía lo de su madre- ¿Y si nace una niña, que hacen
con ella?
-Si sale niña
esperan a que crezca y después las juntan con los hechiceros para tener más
hijos.
-Deben de haber
miles de hechiceros, ¿verdad?
-No lo sé,
porque los hechiceros solo matan con su grupo, no pueden separarse.
-¿Y quién les
dice qué hacer?
-Por lo que yo
sé, ÉL lo piensa todo, después se lo dice a los Vigilantes, quienes avisan al
jefe de cada grupo, quienes coordinan a su grupo según sus órdenes.
-Valla sistema
más bien montado… - dije con miedo.
-Sí… Aunque
eres privilegiada al saber todo esto Silver, los de la cuidad no tienen ni idea
de nada, bueno el rey sí que lo sabe… Aunque no se lo dice a nadie, ya que
entre la gente solo se sabe que existen los hechiceros, son muy ignorantes.
-¿Y cómo puede
saberlo?
Se volvió a
acercar y bajó mucho la voz:
-Porque el rey…
-¿El rey qué?-
pregunté emocionada.
-Es el hermano
de ÉL.
Me quedé
blanca, ¿eran hermanos? Pero… ¿Cómo puede ser? Son tan poderosos los dos, pero
a la vez tan diferentes… Uno del bien y otro del mal, la luz y la oscuridad…
-Oh.- es lo
único que pude decir.
-Silver… Yo no
soy un hechicero normal.
-¿Qué quieres
decir?
-Yo nací junto
a otro chico, mi hermano gemelo, y eso pasa una vez cada diez mil.
-¿De verdad?-
se lo pregunté, aunque sabía que no me estaba mintiendo.
-Sí, cuando pasa
eso en ambos hijos aparece algo especial, no se sabe muy bien lo que es, en
cada gemelos es diferente.
-¿Y en vosotros
que fue?
-Lo que pasa es
que yo soy todavía más diferente, porque mi hermano murió junto a mi madre en
el parto, y todo ese poder estuvo en mí.
Por eso si no
me hubieras salvado, en un par de años yo habría sido hechicero jefe.
-¿En serio?
¿Pero cómo se decide quién es el jefe?
-Esperan a que
nazcan unos gemelos y ambos son jefes de diferentes grupos.
-¿Pero y si no
nacen?
-Entonces se
elige aleatoriamente.
-Ah. ¿Y qué
puedes hacer tú, Klaus?
-Yo nunca lo he
intentado, pero algunas mujeres de mi grupo dicen que cuando era pequeño podía
curar toda enfermedad, aunque a los cinco años dejé de hacerlo.
-¿Por qué?
-No lo sé, eso
es lo que dicen. Y para devolverte el favor, me gustaría intentar curarte la
pierna.
Las lágrimas
brotaron de mis ojos, tanto por el dolor como por la emoción de que podría ser
que dejara de dolerme, cuando ya lo daba todo por perdido viene alguien y me
dice que puede que me salve, sonreí.
-Gracias Klaus.
-No sé si podré
hacerlo, pero quiero intentarlo.
Intenté
respirar un poco más tranquila para no ponerlo nervioso, entonces se acercó, me
quitó la venda y posó sus manos sobre la pierna troceada.
Hice alguna
mueca de dolor ya qué me apretó.
-Lo siento-
dijo.
Siguió haciendo
lo mismo, entonces me empecé a marear, me sentía como una pluma. Ya no sentía
la pierna, era como si no estuviera ahí, el dolor desapareció en pocos
segundos.
Con los ojos
cerrados estaba rezando porque Klaus lo consiguiera.
Necesitaba
volver a estar bien.
No me sentía en
mi cuerpo… De repente estaba cayendo por una cascada, pero no tenía mi cuerpo,
solo mis ojos y mi mente, no sé como pero no era yo…
‘¡Silver,
Silver!’ Escuchaba a lo lejos, aunque no reaccionaba.
Eran Miranda y
Klaus intentando despertarme, entonces pude ver sus caras preocupadas
mirándome, pero desaparecieron con la tenue luz del mar cayendo…
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