2.
Rio Monket
Una
semana antes…
Había
pasado un día desde que nos subimos a Pegaso, Justin, Miranda y yo.
Estábamos
aparcados aun en Cuiky, al lado del rio Monket, teníamos que atravesarlo para
poder llegar a Roplex, lugar de Enanics, para poder continuar hasta la muralla
Persik que separa Roplex y Unrruk de Supak, que es donde se encuentra el
remolino y al lado el Monasterio del Norte con su preciosa y escurridiza daga
dentro, allí es donde nos dirigimos.
Miranda
y yo estábamos chapoteando un poco en el rio a la espera del despertar de
nuestro querido Justin.
Me
reí por la expresión de cachondeo ligeramente marcada en la cara de Miranda.
Y
ella se hechó a reír gracias a que yo también lo hacía.
-Oye,
sé que no te lo he dicho antes, Silver, pero quiero que sepas que yo te
considero una amiga y que os estoy muy agradecida a ambos por ayudarme a
encontrar a mi hermana, gracias- me dijo con toda la sinceridad del mundo-.
-Venga
ya no es nada, nos viene de paso- me reí- no que va, es un placer-.
-Ya,
ya- su risa me provocó una carcajada-.
-¿Lo
despertamos?
-Venga.
Miranda
me cogió del brazo con fuerza y me arrastró hasta él y su profundo sueño.
Miranda
pegó un grito impresionante y luego dijo con una increíble alteración fingida:
-¡Oh
dios mio!- me giñó un ojo cuando observó mi absurda confusión- ¡Los hechiceros vienen a por nosotros!... –Se
dio cuenta de que Justin no hacia ninguna mueca de despertar ni nada y aumentó
el ritmo de su pequeña mentira- ¡Justin, se están llevando a Silver a rastras y
contra su voluntad!
¿¿Que??
La miré furiosa como diciéndole que se había pasado, ella me sonrió y yo
suspiré.
Justin
despertó sobresaltado, mirando a todas partes hasta que me encontró, se acercó
a mí corriendo y me abrazó, y luego dijo:
-¿Pero
es que estáis locas?
-Díselo
a ella, ella es la que esta loca- solté una risita después de decirlo-.
Ella
se carcajeó y dijo:
-Esta
bien lo siento – risas – vale – risas- perdón, me he pasado, anda no te
enfades-.
Él
le sonrió.
-Venga,
vámonos, tenemos mucho que hacer- ordenó seriamente-.
-¿Es
que no te puedes divertir ni un minutito?- soltó la loca de Miranda-.
Eché
un paso hacia atrás, alejándome.
-¿Que?
No hay tiempo para eso-.
-Venga
un ratito…Anda…-.
-¿Quieres
encontrar a tu hermanita o no? No parece que tengas muchas ganas- miró al
suelo-.
Otro
pasó hacia atrás. Miranda suspiró y puso los ojos en blanco.
-Ya…-continuó
Miranda- pero antes tendremos que saber algo de las criaturas que nos podamos
encontrar en Roplex, ¿no, Silver? Anda búscalo en el libro de las especies e
ilumínanos-.
Justin
y yo nos miramos, y saqué el libro de la mochila.
-Esta
bien…-empecé- Dice así:
‘’Habitan en Roplex, estas criaturas son pacificas,
no harían daño a nadie ni aunque se lo hicieran a ellos.
A parte de los humanos y de los hechiceros son
la especie mas desarrollada que existe, que sean pequeños no significa que no
puedan hacer grandes cosas, ya que ellos construyen su propio poblado.
También son muy
inteligentes ya que viven al lado del rio Monket, lo que les proporciona una
fuente inagotable de agua dulce, se alimentan de los frutos de los árboles de
los alrededores.
Si te presentas
en su humilde morada no te echarán, al contrario, te proporcionarán cobijo. ’’- terminé-.
-Estupendo-
dijo Justin-.
-¿Porque?-
preguntó Miranda-.
-Porque
tengo hambre- dijo con una media sonrisa sarcástica-.
Sonreí,
y Miranda soltó una risita.
-Vale…eh…-
se carcajeó- anda, vámonos-.
Empezamos
a andar…
Unos minutos después nuestros pies fueron
acariciados con la suavidad del agua de la orilla del rio.
-¿Y…Como
lo vamos a atravesar?-pregunté sobresaltada-.
-¿Es
que no sabes nadar?-dijo Miranda sarcásticamente-.
-Subiremos
a Pegaso, y éste nos llevará volando- dijo Justin mientras me observaba
inquieto-.
Enredó
los dedos de su mano con los míos y me acompañó hasta el caballo. Primero subió
él luego me ofreció su mano como aquel día en la ciudad de Staixek.
Subí
encantada y una vez arriba sonreí.
Miranda
nos miró celosa y luego dijo:
-Eh…Vale…
¿Y yo que, soy una pared?
Me
reí a carcajadas y Justin dirigió a Pegaso hasta ella y se quedó esperando a
que subiera. Ella suspiró y subió al caballo insultándolo entre dientes.
Pegaso
sobrevoló el río, era muy ancho, casi no podía ni ver el otro lado. Sus patas estaban
salpicándonos ya que estaba volando muy cerca del agua, eso nos hacia sonreír.
Ya
se podía ver, me quedé asombrada, era un lugar inmenso, con árboles, prados, la
tierra era regular no habían montañas ni agujeros en ella, habían pequeñas
casitas muy acogedoras y agradables a la vista, las puertas de las casas
extrañamente eran redondas al igual que sus diminutas ventanitas.
Se
podían ver como graciosos y pequeños bichitos merodeando por ahí.
Cuando
nos acercamos más pude verlos de cerca, me llegarían hasta la rodilla, los más
altos. Tenían membranas entre los dedos de los pies y de las manos, el cuerpo y
la cabeza eran redondos y con un solo y gigantesco ojo que les ocupa toda la
cara y unos cuernecitos como orejas.
Eran
muy monos, pero tenían un aspecto de seriedad que asustaba un poco, menos mal
que eran pacíficos, aunque…
¿Por qué fiarnos del libro de las especies?
¿Qué se yo? Solo sé que me lo dio el supuesto rey de Staixek, ¿Por qué confiar
en el primer desconocido que te dice que es un rey? En aquel momento no pensé,
solo actué.
No
lo había pensado jamás, es tan fácil engañar a la mente humana… tan triste…
Pero
bueno, ahora no es momento para cuestionárselo todo, confiaré en mi instinto.
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