9. Y entonces caí
Mientras caía desplegué mis alas al
fin, completamente montadas las dos, perfectamente alineadas una detrás de la
otra, funcionando como una, consiguieron que sobreviviera a la caída.
Iba dando vueltas y vueltas por el
aire, contenta, por una vez con la mente en blanco, no tenía porque pensar en
nada, porque esto era una experiencia única, estaba cayendo por una muralla de
unos dos kilómetros de altura, y no tenía miedo, estaba disfrutando cada
segundo, ya que, ahora, no tenía a nadie por el que tuviera que sobrevivir,
asique podía hacer las cosas sin pensar, con la adrenalina corriendo por todo
mi cuerpo, sin tener miedo a que alguien lo pase mal por mi muerte, o yo por la
suya, ahora podía hacer lo que quisiera, y eso me daba libertad, me gustaba.
Atravesé las últimas nubes y, a lo
lejos, ya podía ver la tierra, Miranda ya estaba abajo, esperándome inquieta.
Yo volaba con toda la seguridad del mundo, como si ya nada me asustara.
Conseguí llegar abajo y posar mis
pies sobre el suelo, había sido un buen aterrizaje, el mejor que había hecho
nunca.
-Estas mejorando- Me dijo mientras
me guiñaba un ojo.
Yo me reí.
-Que frio, ¿no?- tartamudeé
congelada, la temperatura había cambiado desconsideradamente.
-Toma ponte esto, sabía que haría
frio y vengo preparada- me dijo mientras sacaba de su mochila dos chaquetas
iguales, grisáceas, ceñidas y con un gorro polar más claro cosido a mano. Me
puse la mía, era muy cómoda y abrigada la verdad, podía moverme con facilidad.-
Y esto para las manos – me dio unos guantes a juego con la chaqueta, me venían
perfectos.- ¿Ahora bien?
-Ahora genial- sonreí.
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