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sábado, 24 de noviembre de 2012

7. La Muralla Persik


7. La Muralla Persik
Se acabó nuestra risa estúpida y nos miramos fijamente, su mirada dejó de ser divertida y se puso seria de repente y luego me dijo:
-Vamos, tenemos mucho que hacer, Silver-.
Yo ahogué mis sentimientos destruidos después de que el “él” de mi vida se marchara y le presté atención preguntándole:
-¿Cómo vamos a travesar la Muralla?
-Fácil, el único que no podía volar era Justin ¿recuerdas? Y ahora que no esta podemos ir volando las dos, ¿Qué te parece?
Sinceramente no me acordaba de que podía volar pero recordé que en Labek voló hacia donde estaba yo.
-Si es verdad, aunque yo todavía no domino mis alas tan bien como tú-.
-Eso es cierto, pero hay que intentarlo las dos a la vez, ¿pararemos arriba de acuerdo?
-Venga, vamos- dije cansada-.
Cogí mi mochila y me la coloqué en la espalda de modo en que dejaba mis brazos y mis alas por el mismo hueco, de tal manera en que podía volar y andar sin ninguna dificultad, Miranda hico lo mismo.
Ambas nos miramos, yo preocupada, ella divertida, y me dijo para tranquilizarme:
-Venga, que no va a pasar nada, sino lo intentamos nunca lo sabremos-.
Era una líder nata, capaz de escalar los corazones de la gente a la que intenta convencer, capaz de trepar hasta los sinfines del conocimiento, logra dejarse querer hasta un punto en el que la sigan, es impresionante su poder de persuasión.
Sus tranquilizadoras palabras hicieron posibles los movimientos de mis alas al abrirse.
Las suyas también se abrieron, eran mas pequeñas y final que las mías y negras también, pero las mías eran de pluma, y las suyas de piel.
Me puso la mano en la barbilla y me guío la cabeza hacia el cielo, hacia el final de la Muralla, haciéndome entender que era alto el lugar conde nos dirigíamos.
Luego me apartó la mano, me miraron esos ojos verdes oscuro tan bonitos y grandes divertidos.
-Nos vemos arriba pequeña.
Me dijo de broma pero yo me lo tomé como un desafío.
¿Pequeña? Me reí en mi interior, pero luego pensé que era mejor olvidarlo.
Sus labios rojos me sonrieron dejando ver sus dientes blancos y sus colmillos y luego miró al cielo, y como ella lo hico yo también, y cuando me volví para mirarla de nuevo no estaba, se había ido volando asique mire arriba para encontrarla y allí estaba, volando verticalmente a la velocidad de la luz, era la hora de intervenir.
Mis alas se agitaron todo lo rápido que podían hasta que consiguieron ellas solitas levantar todo mi cuerpo en el aire, entonces sonreí por mi logro y sin darme cuenta ya estaba volando hacia arriba.
Había mucha niebla, no veía el final de la Muralla.
Pude oler a agua, a mojado a… ¡a lluvia! Empezó a caer agua del cielo hasta que me mojó completamente, y me puse a reírme muy alto de la ilusión, nunca había visto llover después de lo de la amnesia, ¡y me encantaba! Pero pensé que ojalá Justin estuviera aquí, a mi lado, estos son la clase de momentos que me hubiera gustado compartir con su sonrisa.
Dejé de pensar en eso, no quería deprimirme aun mas asique me concentré en llegar a la cima.
La pared ahora empapada de la Muralla resbalaba una barbaridad, decidí no apoyarme en ella aunque eso significase que el vuelo se me iba a hacer mas complicado.
Seguí volando todo lo que pude, por lo menos estaba un cuarto de hora volando a toda velocidad hacia arriba, sin seguir ninguna indicación más solo: “Nos vemos en la cima” y ya está…
Llegué a un punto en el que mi cuerpo ya no aguantaba ni un aleteo más, estaba agotada, no podía seguir, mi cuerpo no me lo permitió, cerré los ojos del cansancio de dormir mal todas las noches por razones obvias…
Cuando los abrí me di cuenta de que estaba cayendo, de que no había aguantado, había parado de llover, me dio verdadero terror morir e intenté agarrarme a la Muralla con mis uñas, pero caía a demasiada velocidad ¿ahora que iba a hacer?
Conseguí cogerme a un saliente que tenia un ladrillo, a un error de alguien al construirlo, ese alguien me había salvado la vida.
Suspiré aliviada, cogiéndome a esa pequeña repisa con los diez dedos, ¿Cómo iba a subir arriba?
Me tambaleé y conseguí posar la puntita de mis pies ahí encima, y me puse de pie como pude, miré abajo y estaba tan lejos el suelo que me dio terror volver a mirar asique no lo hice.
Miré hacia arriba, todavía me quedaba mucho trozo que escalar…
Estaba preocupada, no iba a poder hacerlo, no lo conseguiré.
Asique con la esperanza de que Miranda me oyera grité su nombré con toda la fuerza de mi garganta, pero nada, ahora estaba sola.
Descansé allí de pie un rato e intenté volver a volar, pero mis alas se habían cerrado y no se iban a volver a abrir, al menos aun no.
Suspiré agobiada y me cayeron unas cuantas lágrimas silenciosas, intenté encontrar la manera de seguir luchando…
Me quedé en blanco, paralizada, sin nada a lo que aferrarme, tenia miedo…
Cerré los ojos con la esperanza de que así todo se solucionara…
Cuando los abrí tenia la cabeza apoyada en el hombro de alguien a quien no conseguía verle la cara, estaba sentada en su espalda, a caballito.
Estaba volando hacia arriba asique miré el cielo y lo que vi fue el limite de la muralla, el final, ¡lo había conseguido!
Conseguimos llegar a la meta y bajé de su espalda, me di la vuelta, era Miranda, ella me había salvado, mi mejor amiga, la mejor del mundo, fui corriendo hacia ella y le di un abrazo, y ella me contesto como tal.
-Pero, ¿Qué hacías ahí enganchada?- me preguntó con verdadera sinceridad y con una sonrisa en la cara.

Yo me reí y le contesté como pude:
-Estuve volando mucho rato y me cansé y cerré los ojos y cuando los abrí estaba cayendo entonces me agarré a un saliente en un ladrillo-.
Ella soltó una carcajada y luego me contestó:
-¿Y porque no seguiste volando una vez ahí?
-No se, no podía, no me iban las alas, tenia mucho miedo, ¡muchas gracias por salvarme en serio!
Nos volvimos a abrazar.
El sol nos daba a ambas directamente, la Muralla era mas ancha y larga de lo que me había imaginado, desde aquí arriba se podían tocar las nubes, era un lugar perfecto para unos enamorados…
Pensé que este lugar estaba hecho para que nadie pudiera pasar de un lado a otro, si no tienes alas es completamente imposible, nosotras tenemos suerte de tenerlas.
Aquí arriba nos estábamos congelando ya que en el lado que intentamos cruzar esta todo frio y lleno de nieve, estamos en el norte, donde hay muchas burbujas de aire congelado colgando de los árboles.
Estaba anocheciendo y decidimos acampar en este bonito y helado lugar.

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