8. Al límite
Me
desperté de repente, después de una pesadilla, a punto de gritar pero me dije a
mi misma al mismo tiempo que me tapaba la boca con las manos: “No, no grites,
puedes hacerlo”, y lo conseguí, conseguí no gritar pero lloré en silencio…
Me
levanté, Miranda estaba durmiendo, le recordé, ahora solo me quedaba eso, su
recuerdo…
Fui
arrastrando mis pies descalzos hasta el límite de la muralla, y miré a través de
los muros…
Y,
solo entonces, feliz, me di cuenta. Sabía como tenia que reaccionar, para no
causar más daño.
Solo
tenía que fingir que estoy bien, y así Miranda no me tendría que preguntar, ni
preocuparse por mí, todo sería más fácil, más rápido, supongo que pensé que si
finjo que estoy bien, el dolor sería menor y terminaría antes, y debería fingir
tan bien, que al final acabaría creyéndome mis propias mentiras, eso era lo que
quería, eso haría.
Dejé
de pensar, me di cuenta de que le daba muchas vueltas a las cosas.
Miranda
despertó, abrió los ojos lentamente y me observó de arriba abajo, yo me acerqué
a ella despacio pero entonces de un salto se levantó y consiguió que me parara,
me miró y me dijo somnolienta:
-¿No has gritado?- se le dibujó una sonrisa en la cara.
-¿No has gritado?- se le dibujó una sonrisa en la cara.
-No,
lo he conseguido- esbocé una sonrisilla falsa.
-Jajajajaja,
¡Lo has conseguido!- gritó entusiasmada mientras corría hacia mí.
Vino
y me abrazó, a mí me costó un poco reaccionar, pero tenía que aprender a
mentir, la abracé.
-Venga
vámonos- me dijo aun sonriendo.
Yo
miré hacia abajo, solo habían nubes y niebla, y le pregunté observadora:
-¿Y… Como bajaremos?
-¿Y… Como bajaremos?
-¡Jajajajaja,
pues volando!
“Ah,
pues genial…” Pensé, no me apetecía volar en este momento realmente.
Se
quedó mirándome perpleja, tenía que decir algo rápido:
-Va…
Vale- sonreí irónicamente.
Me
cogió de la mano, me estiró hasta la barandilla y me tiró por el precipicio.
Estaba
cayendo boca abajo, sentía como mi cuerpo se desvanecía, como la niebla envolvía
mi cuerpo, estaba cayendo a cámara lenta, todo iba muy despacio. Recordé cuando
besé por primera vez a Justin y que antes de eso, estaba intentando ahogarme en
aquel río me estaba hundiendo cuando él e salvó, pensé que en aquel momento él
habría hecho lo que fuera por salvarme, pero ahora, ahora ya no estaba, y yo seguía
cayendo, sola, no sabía dónde estaba ni lo que hacía, ¿estaría bien? ¿Habría encontrado
a Pegaso? ¿Habría muerto? ¿Me estará buscando? Se me rompió el alma en mil
pedazos al pensar eso… Pensé en dejarme llevar hasta que mi cuerpo no aguante más
y desaparezca. Mi vida entera había cambiado, ya nada volvería a ser como
antes, nunca lo encontraría…
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